Ser diferente nos desinhibe de los prejuicios de
aquellos monótonos en igualdad, tan aburridos y sin propósito.
A mí no me vengan
a decir que los negros son iguales a nosotros... ellos son superiores, ¡ellos
sí que saben divertirse! Su despreocupación al hablar y la fluidez de sus
movimientos son propias del hombre apasionado tan alejado del blanco estricto y
preocupado.
Alegamos igualdad
sólo por temor a lo distinto, pero no reflexionamos sobre el enorme valor de la
diversidad presente incluso en nuestra familia; ¡no eres igual ni a tu madre!
Eso sí, esto no
debe dar pie para discriminar, sino para valorar y respetar alegremente las
variaciones entre personas.
Tuve este
pensamiento en transmilenio mientras tres negros cantaban canciones que
realmente no eran de mi preferencia, pero se volvían hermosas por la sensación
que producían. Bailaban, reían, interactuaban y gozaban. ¡Qué viaje más
agradable!
No hay comentarios:
Publicar un comentario